Un altre relat de l’incendi del monestir ens el dóna el pare Raymundo Ferrer, vicari de l’església dels Sants Just i Pastor, en el seu dietari publicat l’any 1815 sota el nom de Barcelona Cautiva, mut testimoni del pas de les tropes napoleòniques per Barcelona des de 1808 fins al darrer moment l’any 1814.
D’aquest llibre hem extractat l’assalt final al monestir per part de les tropes franceses del general Lechi. Ferrer dóna una informació molt acurada del dia de l’assalt francès.
SAQUEO Y QUEMA DEL MONASTERIO DE VAL DE HEBRON (sábado 13 de agosto de 1808)
Hoy hemos sabido los pormenores del incendio del Monasterio de Val de Hebron, y el por qué pegaron fuego en él los franceses. Uno y otro fue como sigue:
Subieron los franceses, con el General Lechi á su frente, al Monasterio de Val de Hebron á eso de la una de la tarde de ayer, habiéndose fugado casi al mismo tiempo de llegar allá el Padre Miguel Picañol, Vicario de dicho Monasterio y un Religioso lego. No pudo executarlo el P. Joseph Soler sin ser visto de los franceses, los quales le llamaron á gritos, diciéndole no tuviese miedo ni temiese, á lo que accedió por considerar inútil la fuga teniéndolos tan cerca. Al primer saludo le rasgaron el escapulario y la capilla, registrando sus faltriqueras, y pillándole el relox: pero tuvo valor para decirles: ¿Es esto lo prometido? Mas la contextacion fue una lluvia de dicterios mezclada con algunos sablazos, acompañándole así al General Lechi. Este, furioso 187preguntando por el P. Miguel Picañol, y diciéndole Soler, que se habia marchado, dixo: Vamos plues á dentro á la Sacristía. Llegados allá mandó abrirlo todo, y al ver Lechi, que en el armario de la plata nada habia, vuelto al Religioso con rostro ceñudo, le dixo: ¿Aquí está la plata:::? Aquí estaba, repuso el Monge, pero donde ahora está, no lo sé. Lechi irritado añadió: O lo direis, ó morireis; y al punto uno de sus soldados le puso el sable en el pescuezo en ademan de cortarle la cabeza, pero el buen sacerdote dixo al General: Vos me podreis matar, pero yo no puedo descubrir lo que no sé. Yo ignoraba aun, que se hubiese quitado de aquí la plata, y quando he visto que no estaba he quedado mas parado que vos. Estas sencillas razones hicieron mella en el bárbaro corazon de Lechi, quien se tranquilizó algun tanto, pero quiso seguir la pesquisa. Mandó al Monge le acompañara á la arca donde la comunidad tenia el dinero: fueron allá y solo encontraron como unas ocho pesetas. Enojado Lechi con esta nadería, y con lo poco que halló en el depósito comun de los Monges, dixo: Vamos á la celda del Superior, allí estará el dinero. Entraron en ella, y solo se levaron seis duros y una porcion de ropa, que fue lo que encontraron. Ofreció el mismo P. Soler á Lechi, que si quería descansar pasase á su celda, lo que aceptó: y presentándole bizcocho y vino, no quiso probarlo hasta que lo verificó primero el Religioso, temiendo sin duda no estuviera envenenado. Registró por sí mismo ¡qué finura de General! la celda, y tomando lo que le gustó, mandó lleváran á Barcelona un hermoso forte-piano, diciendo en paga al Monge, que marchase á Barcelona con él, y lo colocaría en el Convento de San Francisco de Asis, ó en el de Santa Catalina, donde estaria con tranquilidad; á lo que contextando, que ya estaba bien en su Monasterio de Val de Hebron, dixo Lechi: No, pues va á ser quemado por ser abrigo de los Brigants. Replicole, que sí á los principios de la revolucion habian acudido allá muchos, ahora no, y que á la fuerza había sido preciso ceder, y darles lo que pedian (1) pero Lechi nada mas le dixo, sino: Seguid, pues el Monasterio vá á ser quemado. Si ha de serlo, repuso el Monge, me iré á casa de mis padres, lo que oido por los oficiales satélites de Lechi, dixeron: ya está entendido, quereis iros con los Brigants, y entonces Lechi le dixo con mucha tranquilidad: idos á vuestra celda. Creía el P. Soler quedar desvanecida la quema amenazada, pero al ver el negro humo que salia de varias partes del Monasterio, le indicó lo contrario. Salióse al patio para ver el resultado, y esperar á Lechi, el qual si decirle palabra se marchó con los suyos abandonando el Monasterio á las llamas.
Enagenado el Religioso á la vista del horror con que éstas iban tomando cuerpo, y aterrado por la fuerza de la de los sustos é insultos sufridos en aquellas horas de agonía (2), salíose al bosque inmediato, pues veía que por sí solo no podia atajar el progreso de las llamas. Marchado aquel, llegó el P. Picañol (que hacía de Superior) con algunos esforzados paisanos, que desde las vecinas colinas contemplaban el incendio. Intentó entrar por la portería, pero el denso humo le sofocaba, pues el claustro parecía un horno. Probó entrar en la Iglesia, y á pesar de estar llena de humo, que la obscurecía como si fuera de noche, á tientas pudo llegar hasta la puerta del claustro, de donde tuvo que retirarse luego por no poder aguantar el ardor. Fortuna que algunos hombres robustos y valerosos habian entrado dentro del claustro antes de arder todo: abrieron por dos partes el texado del claustro, haciendo iguales aberturas en su piso, pues con estas diligencias se detuvo el rápido curso del fuego, y logró salvarse lo demas que quedaba. No tuvieron tal fortuna la Sacristía, Librería (que era bastante capaz, y reunia volúmenes muy apreciables) enfermería, y celdas del corredor de abaxo, todo lo cual estaba tan encendido, que no hubo forma de maniobrar para apagar el fuego. La casa de los mozos, la carpintería y la cocina de su lado, han tenido la misma suerte: de lo de afuera del Monasterio, solo pudo salvarse la casa llamada Badía. Esta es la relacion cierta del desgraciado incendio de aquel antiguo monasterio, cuya noticia comunicó luego á S.E. el Señor General Marques del Palacio la Junta del Vallés (3).
Leíase en el Diario el parte frances sobre la misma expedicion al Convento de San Gerónimo, de que acabamos de hablar, la que pintan con todos los colores de una grande empresa. Dice así: Mientras que nuestras tropas elevaban súplicas al Eterno sobre los tristes restos de uno de sus camaradas, y que asistian á la ceremonia la mas sagrada, que nos separa para siempre de la sociedad, un trozo de algun centenar de bandidos se atrevió a atacar nuestros puestos en los camino de Gracia a San Andres, y tambien el Fuerte Pio. El General indignado, mandó á las mismas tropas que asistian á la ceremonia fúnebre, que marchasen, y él mismo se puso al frente. Los cobardes, al acercarse 200 hombres de infantería y 50 de caballería, tomaron la fuga, ganando las alturas de Gracia. En vano se quiso alcanzarles; se replegaron hasta el Convento de San Gerónimo, en donde desde algun tiempo han establecido el lugar de sus conspiraciones de robo y asesinato.
Atacado el Convento por tres partes, lograron con dificultad abandonar este puesto, aunque muy ventajoso, y las tropas entraron en él sin obstáculo. Fusiles, municiones, provisiones de boca, y aun hasta balas de cañon, fueron los objetos que se encontraron en un asilo, que debia ser el de la paz, y de las Leyes del Evangelio. Indignado el General se semejante perfidia, mandó que este asilo del asesinato fuese destruido por las llamas. Que un exemplo de esta clase, temible para un Convento, al que se habia perdonado ya el delito de haber protegido la desercion, sea una leccion para los Ministros de una Religion, que se halla gravada en nuestro corazon, y que respetaremos, mientras que no se apartarán de los principios sagrados que ella prescribe. El Gefe del Estado Mayor General Porte. ¿Quién al cotejar relacion con relacion, no vé el ayre de petulancia que domina en la una, y el de la verdad que reyna en las otras? Dedúzcase de estas si las municiones y cañones que mentan fueron reales o imaginarios. Si los hubiese encontrado, sin duda Lechi los habria manifestado como á cuerpo de delito al citado P. Soler; sin embargo jamas se le habló de ningun cañon, ni de municiones que se hubiesen encontrado. Pero algo habian de fingir para dar algun colorido al bárbaro mandato de incendiar aquel Convento. (4)
NOTAS
(1)En el Suplemento que se dará al último de este primer tomo, se continuarán algunas noticias curiosas (recogidas últimamente) relativas á la visita que hicieron los franceses el dia 3 de Junio último a dicho Monasterio, por haber sabido, que allí se refugiaban, y socorrian los soldados Españoles y franceses que se escapaban de Barcelona. Es imposible poder saber todo lo ocurrido, y por lo mismo previne ya en mi Prólogo, que daría un Suplemento al fin de cada año para corregir ú aumentar lo que se me hubiese advertido.
(2) A mas de los sustos continados, sufrió otro no indiferente, quando uno de los ratos que estuvo separado del General Lechi, le agarró un soldado, y haciéndole subir al campanario, le puso una pistola en el pecho, diciéndole, que ó habia de morir ó darle dinero, y respondiéndole lo mismo que habia dicho á su Gefe (tan villano como él), le dio un fuerte porrazo con la pistola en el pecho, que creó se lo habia abierto.
(3) Excmo. Señor.= Los pérfidos franceses incendiaron ayer á las dos horas de su tarde, el Rea Monasterio de San Gerónimo de Val de Hebron. Presenció esta catástrofe Don Jayme Fatjó dels Xiprés, Vocal de esta Junta, quien pudo llegar á tiempo de salvar un pobre Monge, que no pudo escaparse. Los bárbaros se portaron en esta criminal accion con todo el furor propio de su carácter. Atropellaron á aquel pobre Monge de mil maneras, le robaron la menestra, le precisaron á seguir el Monasterio, y á que presenciase la rapiña de algunos cálices, y otros ornamentos, y al cabo en su misma presencia, pegaron fuego y se marcharon a ocultarse en su guarida de Barcelona. El Monge se estuvo errante por aquellos bosques, hasta que se encontró con el dicho Vocal, que le buscaba y se lo llevó en compañía. Lo que comunicamos á V.E. para que se sirva tomar las medidas que convengan para la seguridad de los Pueblos del Llano de Barcelona, conforme lo suplicamos á V.E. con oficio de 11 de este mes. Dios guarde á V.E. muchos años. Granollers 13 de Agosto de 1808.=La Junta del Vallés.=Excmo. Señor Marques del Palacio.
(4) En el Diario de Manresa del 23 de Agosto de 1808, y en la Gazeta Militar y Política del Principado de Cataluña, se lee una jocosa relacion de lo ocurrido en la dicha expedicion, si así puede llamarse el incendio de un Monasterio desamparado, la que no desdeñándose de continuar Don Francisco Xavier Cabanes en el cuerpo de su Historia de las operaciones del Exército en Cataluña, en el cap. IV del Periodo Segundo, puede con mayor razon amenizar por via de nota, este Diario. Dice así: “Señor diarista. Nada me ha dicho Vm. de la conquista que hizo estos dias pasados el invencible General frances Lechi de la plaza del Convento de San Gerónimo del Valle-deHebron, distante como una legua de Barcelona. Y siendo muy conveniente, que no carezca nuestra España de la noticia de una accion tan singular, ni los Gefes mas ilustrados en el arte de la guerra, del modo breve y fácil de rendir las mas formidables fortalezas sin derramamiento de sangre, ruego á Vm. haga insertar en los siguientes Diarios el extracto de dicha expedicion, que se reduce á lo siguiente. Baxo el falso supuesto, que en dicho Convento se ocultaban armas, municiones y víveres de donde proveían les Brigants (quiere decir Bribones, Pícaros, Bandidos, que así denomina á nuestros honrados Migueletes en gravísimo perjuicio, y ofensa de la soñada y visible soberanía á quien tan vilmente sirve); salió en efecto de Barcelona al medio dia del 12 corriente, á la cabeza de 200 hombres de infantería y 50 de caballería, dirigiéndose al Monasterio. Este estaba defendido por tres Monges, que habia mucho tiempo estaban solos (huidos los demas por las anteriores persecuciones) bien pertrechados de breviario, y parapetados en el coro, reforzados con su mozo de cocina y los gatos de la casa; pero lejos de intimidarse el intrépido General, dio el asalto; y sin perder un hombre se apoderó de aquella fortaleza, quedando prisionera á discrecion de toda la guarnicion, reducida á solo el Padre organista (por haber desertado los otros dos compañeros, antes de llegar el vencedor el mozo y los gatos; mas estos, viendo que sus semejantes que llegaban, tenian mas uñas y maña para robar que ellos, se salvaron en los sótanos y bodegas de ella, libertándose del incendio que siguió al saqueo de los pocos utensilios de cocina, ropas y algunas chocolateras que los Religiosos fugitivos se habian dexado, mas cautos que el Padre organista, que á su bondadosa generosidad de haber dado refresco á algunos Oficiales, le congratularon con robarle de las faltriqueras un buen relox con 6 ó 7 pesos fuertes y el piano-forte que le habia costado 90. “Executado el reconocimiento de todos los escondrijos, verificó Lechi la fundada noticia que tenia, con el feliz hallazgo de tres cañones violenteos, vulgo xeringas, que estaban colocadas en la enfermeria, y ademas la cuantiosa porcion de tres libras de atun y dos panes con que esperaban cenar los quatro individuos de la guarnicion, retirándose muy ufano el vencedor, y muy discipliente su Exército por el escaso, y pobrísimo botin que encontró en el Monasterio, que dexáron bien incendiado con la sensible total devoracion de la sacristía, librería, y la mayor parte de las celdas, y el milagroso consuelo de haber quedado ilesa toda la iglesia. “Esto es en substancia la verdadera relacion de tan memorable expedicion del Exército frances, contraria á los motivos que notoriamente falsos ha hecho publicar dicho General, y Vm. ahora podrá servirse de hacer lo mismo de esta noticia, como dexo suplicado, mandando quanto guste á S.S.S.” Hasta aquí el Diario de Manresa, con cuya jocosa relacion (que en nada se opone á quanto llevo dicho) se vé desmentida la charlatanería francesa, que varias veces nos pinta como castillos formidables (qual otro Don Quixote) los molinos de viento.
Lluís Jordà